viernes, 8 de mayo de 2009
Pan de nata y canela con semillas de amapolas
Ana me llamó ayer para decirme que historia tenía que contar hoy en mi blog. Según ella he me he dejado fuera las cinco historias más bonitas de mi vida.
No es que me pasen cosas maravillosas. Es el color con que las miro, y la forma de disfrutar de ellas.
El otro día, el sábado, comí con un amigo, alguien reciente que me está encantando descubrir. Antes de comer, bajamos a enseñarle mi urbanización. Nos sentamos como dos críos en los columpios y nos reímos de esa capacidad nuestra de disfrutar de las cosas pequeñas.
Mi amigo me dijo una de las cosas más bonitas que me han dicho últimamente ( al pararnos en los segundos toboganes del días). "Que lástima no tener siete años y ser tú sobrino para que me lleves a todos lados". Yo, prefiero que no lo sea, la verdad, porque él tiene el encanto de un niño de 7 años, pero con una edad en la que no me pueden denunciar por rapto.
Pero es así. Soy capaz de disfrutar más de las personas que asomadas a mi ventana miran al mar y sonrie con las vistas, que con cualquier fiesta glamurosa. Una tarde perfecta es para mí echar a un lado las sillas y las mesas y bailar hasta que no nos quede ni rastro de las calorías de la empanada.
Supongo que por mi forma de ver el mundo, distinta, y por mi capacidad de ver a los demás en pequeñas capas de propiedades añadidas, me pasan las cosas me pasan.
Hoy os voy a hablar de María. Seguro que con lágrimas en los ojos, porque no puedo evitarlo. María tiene una entrada en este blog, o quizás varias...dedicadas.
Sin duda alguien que formó parte de mi vida y lo hará simpre.
La conocí una tarde, paseando con Pablo, por la playa. Acababa de cumplir 80 años y su paso era inseguro, pero rápido, lo que nos llamo la atención.
Pablo, que hablaba hasta con las paredes, se paró a hablar con ella y no supimos como, pero no nos separamos en toda la tarde.
Nos sentamos en un banco y empezamos a escuchar sus historias.
María era una joven despierta y sabia, encerrada en un cuerpo de 80 años.
Me sedujo la suavidad de sus palabras, y por unos instantes casi dudé si Pablo estaba intentando ligarse a aquella señora encantadora.
María fue un descubrimiento. Tenía una frase para todo. Tenía una palabra amable para cada aportación que hacíamos.
Se nos hizo de noche y la acompañamos a su casa. Una pequeña casa cerca de la playa.
Nos invitó el martes siguientes a tomar un café y visitarla. Pablo se marchaba el martes por la noche, pero decidió venir, no sé si por su alma de médico o por la fascinación que la dama le había provocado.
Volví cada martes, durante los diez años siguientes.
Estaís muy equivocados si pensaís que iba a ayudarla.
María guiaba mi vida. Me daba consejos sabios que yo aplicaba con cuidado.
Insistió en cada encuentro, en que escribiera un libro. Nunca se cansaba de decirmelo "Tienes sentimientos para escribir un millón de libros, hazlo ya, que quiero estar viva para leerlos". Le contaba mis problemas de la semana, mi lucha con los niños y no tan niños. Cuando salía de su casa, salía tranquila, con un abrazo en el alma.
Siempre me hablaba de mi capacidad de dar,como el mayor de mis tesoros. Me hizo ver una dimensión de mi misma, hasta entonces desconocida.
Puso una hucha, donde echaba cada céntimo que le sobraba, para pagarme un viaje a Eurodisney, mi sueño mejor guardado.
Cada martes le hacia la compra, y le acompañaba por la tarde, tomabamos un té y charlabamos. A veces no podíamos salir a pasear, sus piernas cansadas no nos dejaban.
Mis amigos aprendieron a que los martes siempre estaba ocupada.
Pablo me ayudó a arreglar los papeles y una asistenta se hizo cargo de ella un par de veces por semana.
Os estareís preguntando si tenía o no familia.
Sí, dos hijos. Abogados. Que vivían en Madrid. No querían saber nada de ella.
Porque intentaron en su momento vender la casa de la playa y María no lo permitió. Quería morir con olor a sal, no en una residencia de ancianos con desconocidos.
Pablo le dió a esa mujer una calidad de vida impresionante. Le mandaba flores desde EStados Unidos. La llamaba un día sí y otro también. Le traía lencería fina de cada uno de sus viajes. La abrazaba hasta que sus viejos huesos se quejaban a viva voz.
Los ojos de María brillaban cada vez que lo veía. Y yo disfrutaba de lo lindo viendolos a ambos, espurreando historias a la vez, riendose con la misma risa de niños.
El día que María murió se me rompió el alma. Había perdido mi guía...mi amiga... mis martes por la tarde.
Pero lo peor vino después.
Un año después de conocernos, me pidió que le ayudara a cambiar su testamento.
No tenía mucho pero quería que su casa fuera para algo concreto. Y quería que yo le ayudara a hacerlo. No quería que sus hijos, los cuales en los últimos cinco años no la habían llamado ni una sola vez ( cómo dolía eso....Dios mío....como...) se quedaran con ella.
Y me nombró a mi para que hicera aquello. Era complicado, porque al hacerme heredera, y después hacer lo que me pedía, yo tenía que pagar una parte a hacienda. Y no disponía de ese dinero. Pero se solucionó todo.
Al día siguiente de morir fuí a su casa. Tenía libros y moldes para tartas, cosas que había ido dejando a lo largo de estos años. Y menuda sorpresa me llevé. Pensé que solo había tres llaves de la casa. Una la tenía María, otra la vecina, una chica encantadora que nos ayudaba mucho, y la tercera la tenía yo.
Pero no. Sus hijos estaban allí ( ay si hubiesen corrido tanto cuando los llamé cuando se cayó por las escaleras y estuvo un mes en el hospital, pero no vinieron...). En quince años no tuvieron tiempo de venir a ver su a madre. Pero cuando murió llegaron al día siguiente.
Y lo primero que recibí fue una bronca inmensa. Me acusaban de haberme aprovechado de su madre. De haberla engañado y de mil cosas más. Yo, que siempre tengo palabras para todo me quedé muda. Y me dieron un bofetón y todo. Suerte que iba con Juan ( que no es nada violento y sabe razonar). Y hablo por mí. Era la primera vez en mi vida ( y creo que a única ) que he visto a Juan enfadado. Les gritó la verdad, de la forma mas cruda posible. Y salimos de allí antes de que las cosas se pusieran peor.
Yo, no les hablé. Eran abogados y sabía que no lo tendría fácil. Pero Mario, un amigo de mi hermana nos había llevado al mejor notario de la ciudad, un señor con una calidad humana asombrosa que ató todo los cabos para la última voluntad de María se cumpliera.
Aunque en realidad me lo dejó todo a mí, yo sabía perfectamente lo que hacer con ello. Y así lo hice. Cuando todo había terminado, y por pura satisfacción personal, le mandé por escrito todo lo que había hecho con el dinero de su madre.
Callaron. Nunca más supe de ellos.
Pero yo me quedé con cosas de María que sus hijos no podrán disfrutar nunca.
Me quedé con sus enseñanzas, me quedé con sus sonrisas y risas. Me quedé con parte de historia. Y me quedé con su esencia, que siento....me acompaña cada día de mi vida.
Bueno...no pude evitar quedarme con la hucha ...llena de monedas que tenía para mi viaje a Eurodisney... aún me falta mucho...pero quien sabe. Sentía que eso era mío.
Si que me quedé con la certerza que el ser humano es el ser más cruel del mundo.
Que hace del dinero el puente para vivir feliz. Incluso a costa de la persona que te dió la vida.
No me queda vida para terminar de entender esto...
Ingredientes:
300 gramos de nata para montar
100 gramos de azúcar
10 gramos de levadura de panadero
1 cucharada pequeña de canela
65 gramos de agua
2 claras de huevo
20 gramos de semillas de amapolas ( no es imprescindible, sino teneís no pasa nada)
700 gramos de harina
Le elaboración es muy sencilla.
Poner la nata y mezclar con el azúcar y la levadura
Añadir la canela y semillas de amapola para que luego queden bien mezcladas por todo el pan. Mezclar las claras previamente batidas.
Añadir la harina. Amasar bien.
Dejar reposar dos horas. Es una masa rara, dura y pegajosa a la vez. Pero con los levados...se pone esponjosita y tierna...que olor deja en la casa...horrible, para los vecinos a dietas...
Hacer la forma y luego dejar levar para que doble su volumen.
Yo la he dejado toda la noche... y por la mañana en 15 minutos a 200 grados tenía un bollo riquísimo...
Un pan muy arómatico que se come solo...sin nada más... si lo quereís para comer con mermelada, le quitaría la canela y quedaría perfecto.
Que no os preocupeís que yo no me lo he comido...que la nata y yo somos amigas precisamente...
La de historias lindas que me he perdio al no conocer antes tu blog.
ResponderEliminarMaría debió ser alguien especial.
uvísteis las dos mucha suerte al conoceros.
El pan estupendo, tomo nota de la receta.
Como llego la rimera me llevo uno, para probar..jeje
un beso
De eso nada Carmen me llevo uno yo que pa eso es mi amiga... jejeje
ResponderEliminarMe ha encantado la historia... a ver si voy este verano a tu tierra y nos vemos otra vez
Un beso cariño
Precios ahistoria y estupenda receta :)))
ResponderEliminarBicosss
Pues es una historia triste y a la vez con moraleja, ni todas las madres son merecedoras de llamarse asi, ni todos los hijos son merecedores de tener madres, pero asi es la vida, la avaricia es el peor de los castigos, porque un avaricioso, no estara nunca satisfecho, no lo envidio en absoluto.
ResponderEliminarBesos
En esta ocasión te escribo con lágrimas en los ojos, para decirte que leer tu historia con María me ha dejado un vacío en el alma...Cuantas verdades, cuantos ancianos condenados a la más dura pena; el olvido e indiferencia de quienes han traido a este mundo y dado la vida por ellos...
ResponderEliminarHace muchos, muchos años, escuché una historia que bien se podría aplicar a todos estos casos de abandono...
"Un hijo entra en casa y ve que su padre está tallando algo en un trozo de madera, el niño lleno de curiosidad, pregunta a su padre:
Papá, ¿qué estás haciendo? el padre contesta: Un cuenco para ponerle las sobras a tu abuelo.
Al cabo de unos días, el padre llega del trabajo y ve a su hijo, tallando algo en un trozo de madera, el padre pregunta a su hijo:
¿Qué haces? el hijo responde:
Un cuenco para cuando te hagas viejo....
Lo hize el otro y salio buenisimo yo lo tunee un pelin en vez de echarle las claras le puse el huevo entero y lo rellene de mermelada de arandanos y salio buenisimo ,muchisimas gracias por la receta, besosssss
ResponderEliminarjolin q bonito y que duro a la vez...(me has exo llorar) estoy segura de que Maria sigue ahi a tu lado...
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