domingo, 7 de junio de 2009

Pan de centeno


El pan de centeno siempre me trae recuerdos. Recuerdos de tardes sentada en la vieja alfombra de Víctor, contando cuentos y comiendo este pan con mermelada.
Esta historia comienza un viernes por la mañana, cuando tres amigos, se van a Londres a pasar un puente.
Juan, María José y yo.
Con nuestras maletas, nuestros ticket para subirnos en todo sin tener que pagar en cada ventanilla y las ganas de pasarlo bien. Ni María José, mi compañera de trabajo en la guarde ni yo, hablamos inglés. Pero Juan siempre me traducía todas las canciones así íbamos tranquilas.
No cogimos ni un solo metro. Ni un autobús. Todo andando.
Así que ya podéis imaginar como María José y Juan acabaron. Ampollas en cada uno de los dedos de los pies.
Me costó arrancar a María José ( con Juan ni lo intenté), para ir a comer algo.
Y fuimos a un pub, a comer "fish and chip" un filete de pescado que sabe a cualquier cosa menos a pescado y unas patatas fritas que saben,curiosamente, a pescado.
Se lo pido al camarero en inglés y me siento.
El camarero me llama en Inglés y me dice algo que no entiendo ni a la de tres.
Media hora. Pero no me enteraba. Ya por gestos, el pobre ,desesperado, me explica que no me servía a la mesa, que tenía que recoger todo en la barra...ah que fácil era.
María José tiene un antojo y a ver como lo traducía yo. Ni idea. No hay bolsas de patatas fritas por ningún lado para señalar.
Y después de 199993 gestos el camarero salta y dice:
"la madre que la parió".
Yo no pude más que echarme a reír y añadir "andaluza como tú".
El pobre camarero que había pasado más de una hora para atender a dos señoritas, resultó ser malagueño, igual que nosotras, y no solo eso. Sino vecinos, vamos que sus hermanos mayores han estudiado conmigo.
Ahí nos cambió el rumbo del viaje y todo lo aconteció después.
Nos recomendó un montón de sitios que no vienen en las guías y sobre todo...nos indicó un restaurante muy bonito donde se hablaba español.
Y en ese restaurante empezó una de las aventuras más bonitas de mi vida.
Nuestra camarera una chica Ecuatoriana preciosa. Afortunadamente es un dato importante,porque el interés de Juan fue el que despertó el interés de ella. Nos contó que era maestra, que trabajaba por la mañana en un sitio y por las tardes en el restaurante. Que ya tenía a toda su familia aquí, pero le faltaba el más pequeño de veintipocos años. Tenía que regresar pronto a casa, porque su hermano corría peligro y traérselo para Londres. Pero no quería perder el empleo de la mañana, ninguna de sus amigas tenía titulación suficiente para sustituirla.
Y sabía que si lo hacía alguna chica de fuera, no volvería jamás, porque estaba muy bien pagado.
Por la noche quedamos con ella para ir a bailar salsa, y al final, tuve que ir sola, porque mis cansados compañeros se quedaron dormidos de pie (literalmente) .
Conocerla era un placer para los sentidos. Tenía tanta alegría, tanto desparpajo, era tan sutilmente atrevida, con esa madurez que se adquiere a fuerza de golpe y que te hace tener una visión diferente del mundo.
Esa noche conoció a quién hoy es su pareja.
Volví al hotel con un correo en el bolsillo y la certeza que había ganado una amistad de las que disfrutar.

Regresamos a casa.

A los cinco días abrí el correo.
Era una carta desesperada. Pidiendome a gritos, con letras cuajadas de dolor, que la sustituyera en el trabajo, porque tenía que ir a pagar, a sacar a su hermano de un lío. Por sus palabras "ese lío" debía de ser algo muy grave.

Ni que decir tiene que ni me lo pensé.
Le devolví el correo con una sola palabra. Sí.

Lo difícil era ahora. Decirle al resto del mundo que iba a Londres por tiempo indefinido.

Anulé las citas de las consulta, restructuré con la editorial todos los cuentacuentos, y le dije a mi familia que me iba a trabajar a Londres.
Sin saber ni una palabra en inglés.

Jamás he tenido más miedo en el cuerpo que en ese viaje.
En cuanto llegué empezaron los problemas.
No encontraba por donde salían las maletas. Me perdí. Así sin moverme del sitio.
No importa, llamó por teléfono a la persona que me tenía que recoger (otro hermano mayor) y listo. Sí si, que me lo creía yo. NO funcionaba el móvil.
A esto que vi algo así como "reclamacion bagage" uff ni me acuerdo ya...pero vamos a mi me sonó a reclamar algo.
Pero no era pa reclamar nada,ahí justo donde tenía que ir por ellas.
Menos mal. Ya con mis maletas, me puse a buscar el chico y la chica con el cartelito que supestamente decían "bienvenida Mariló". Nadie.
Me faltó llorar. Si lo que yo quería era ir a mi casa, comerme una pizza recién hecha. No estar en ese sitio horrible sin poderme comunicar con nadie. Justo cuando las lágrimas empezaron a salir de pura angustia, un chico que venía con un bebé en el mismo avión que yo, y con el que había estado jugando en el aeropuerto de Málaga, me preguntó si me ocurría algo.
No, no me ocurría nada. No tenía ni una libra, no funcionaba mi móvil y no sabía que hacer.
Y el chico muerto de la risa, eso sí, me prestó su teléfono, que milagrosamente funcionaba.
Mis amigos ( futuros amigos) estaban en otra puerta esperándome, porque para mi sorpresa, ellos tampoco hablaban ni una palabra de inglés.
Como llegamos a casa fue un milagro.
Mi nueva casa era una gran casa, donde vivían dos parejas, dos hermanos y sus novias, un amigo de la familia, y en cuanto llegáramos, Susana, Víctor y yo.
La casa era bastante grande. Tenía una alfombra enorme ( que más parecía una moqueta). De techos altos y una escalitana no apta para volver mareado a casa (esta es otra historia, yo no bebo, pero marearme , como nunca en mi vida, de dar vueltas, en esta escalera).
Yo tenía que compartir mi habitación con Víctor, que llegaría dos días después.

Ahora me rió, pero os voy a relatar el peor día de mi vida de maestra.
Llegué, tras coger cinco metros en vez de uno ( me equivoqué una mijilla) al sitio.
En la recepción no me entendieron.
Suerte que Susana me dejó una carta con instrucciones.
Entré a mi clase y vi a mis alumnos. El más joven podía tener unos 55 años.
Eran ingleses, que por algún motivo, tenían que trabajar de cara al público español.
Mi trabajo consistía en enseñarles a rellenar formularios. Nombre ,dirección etc...

Todas las caras me miraban. Y empecé a hablar en español. Y todos se miraban entre sí como si yo fuera una especie de otro planeta. Estaban disgustados por estar ahí, y ...no tardaron mucho en hacérmelo ver.

Pero claro, era yo o ellos. Y evidentemente no me iba a dejar ganar.
El curso duraba una semana y en esa mañana ya había repasado con ellos todos los ítem de los cuestionarios.

Cuando llegué a casa, en la salida del metro, dos chicos negros me salieron al camino. Nadie me dijo que estábamos en un barrio "algo peligroso".
Creo que me salvó de ser robada el no entender lo que me pedían. Pero pasé tanto miedo en el forcejeo, que no dormí nada en toda la noche. Suerte que siempre he corrido rápido...

A la mañana siguiente, cuando fui a mi trabajo, sentí lo que sentían los niños pequeños cuando sus madres la dejan en el colegio los primero días del curso.
Cuanta angustia llevaba yo en el cuerpo.

Repasé los conceptos...y todos aprendidos.Y a mí que me quedaba la esperanza que no fuera así.
A ver que hacía en las próximas cinco horas.

Bueno, no me quedó otra. Tuve que solucionarlo como buena andaluza que soy.

En la tercera hora tenía a todos los alumnos bailando sevillanas.
En las cuartas jugábamos a hacer una paella, y en la quinta uno casi se muere de tanto ajetreo.
Las cosas iban mejorando.

El cuarto día me robaron el monedero. Y a las diez, cuando salió el primero del trabajo vino a socorrerme, pero yo había caminado 8 horas y 20 minutos. Sin comer ni beber. Creo que pasé como cinco o seis veces por la misma tienda de chocolate.

A la semana siguiente, el número de alumnos se había duplicado. Y a la siguiente triplicado. Con lista de espera.
Creo que se corrió la voz que se comía paella gratis y que había cuadro flamenco incluido ( como ellos no sabían, pensaba que yo, estaba bailando tangos, malagueñas y todo lo que pude bajarme de internet pero no hacía otra cosa que ser una impostora). No sabía bailar, pero daba el pego. Había visto a mi hermana bailar en todas las actuaciones, así que sabía lo suficiente para mentir con descaro.

El segundo día de estar allí, descubrí que la luz de las casas se compraba en los kioscos. Se recargaba en una tarjeta. Pero no fuimos capaces de encontrar ni la tarjeta ni el kiosko. Como la única que sabía inglés era Susana...los demás nunca se molestaron en averiguarlo.
Fueron noches entrañables, sentados en el salón. Entre mezclando nuestras historias con cuentos y anécdotas. Me sentía muy afortunada por la experiencia que me había tocado vivir.
Desayunaba arroz y huevo duro, porque me daba vergüenza pedir pan y aceite. Comía arroz a medio y día y por la noche. Suerte que pronto descubrieron mis dotes culinarias y me dejaron a mí...por que sino...
Llegó Víctor. Y con él la casa se vistió de fiesta. Fuimos al museo del juguete a volver a ser niños, pasamos un día en un parque de atracciones y bailamos salsa en un barco ( me registraron en la entrada...y me dejo impresionadísima).
No volví a ver a Susana. Yo me vine un sábado y ella regresó un domingo.
Pero sé que dejé allí una familia.

No os olvido.
Thaís, yo también quiero lo mismo.A por ello.
Susana, ese bebé...no debió nunca de llevar un nombre tan feoooooo. Pero si le llamas María me siento un poco menos culpable.
Juan, tienes mucha suerte de tener esa familia. Y esa familia tiene mucha suerte de tener a ti.
Susan, me han llegado las fotos de el bebé...no imaginé que era ni la mitad de bonito.
Y a los tres hermanitos... que os admiro.
Por vuestra forma de organizaros y convivir.
Por vuestra forma de luchar y seguir adelante.
Ojalá que el sueño de todos ellos, se cumpla tan pronto como se merecen.
Os quiero.






1 sobre de levadura

350 gr. harina de fuerza

150 gr. harina integral de centeno

230-250 gr. de agua

50 gr. de aceite de oliva

2 cucharadas de sal

Mezclamos los elementos secos. Luego echar el agua templada.
Es una mezcla muy blanda que no se puede casi manejar.
Dejar levar como dos horas.
Echar en un molde y dejar otras dos horas.
Cocer 40 minutos a 200 grados.


6 comentarios:

  1. Que vida tan ajetreada la tuya!! Que pan tan rico!! me gusta este tipo de pan! Un saludo, Montse.

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  2. Uf! no sé que decirte, además de qué valiente ante la vida! me has dejado sin palabras.

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  3. Marilo, un pan muy sabroso, me encanta el resultado. Besos

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  4. Te encontré hace poquito y ya estoy enganchada... leerte es una delicia!!

    Anay

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  5. Pues me gusta mucho tu relato. Con ello demuestras ser una persona tenaz, decidida y arriesgada, además de aventurera.
    Gracias por contarnos trocitos de tu vida y compartir tus recetitas.

    Un beso.

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  6. Que valiente, que lindo tu blog me lo he leido casi todo, he llorado a moco tendido, me he reido un monton,gracias por compartir con nosotros todas las anecdotas de tu vida, a mi me cuesta bastante escribir , creo que soy mejor de palabra jajaja, pero bueno en esta vida hay de todo a unos les gusta hablar y a otros escribir, bueno que ya me estoy extendiendo,y mira que no se me da bien que si no te lleno el blog completo jajaj, un beso
    Amalia

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Muchas gracias por tu comentario.
Me encanta saber que estas al otro lado y que me lees...