En navidad cenamos todos juntos. Y todos, somos todos. Más de cuarenta personas sentadas en la misma mesa.
Siempre el mismo ritual, unos canapés, que entre mi tía, mi madre y yo preparamos con esmero adornan la gran mesa.
Luego, mi tío se encarga del los langostinos al chin chin, nuevo nombre que le puso mi primo Adri. Más tarde las carnes... y el postre, del que me encargo claro está yo.
Luego vienen los villancicos y los aguinaldos.
Lo de "villancicos" es pura guasa, porque siempre acabamos cantando uno, el de los peces en el río, siento de veces.
En la foto podéis ver los instrumentos musicales que utilizamos, todo sofisticación (Sergio, no se quitar los ojos rojos...)
Aunque algunas veces, alguien ( en este caso mi mamá) intenta que dejemos de hacer ruido con tenedores y varios y seamos una familia tradicional española. NO funciona evidentemente.
Todos los tíos, sueltan " la pasta", al grito incesante de "suelta la pasta", que habrá sido de aquel "el aguinaldo, el aguinaldo...".
Lo repartimos entre todos los sobrinos y ... cada uno a su fiesta.
Pero sí ruido lo que se dice ruido se hace un rato.
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